La diferencia entre una deuda buena y una deuda mala radica en el propósito y la capacidad de pago de la persona que la adquiere.
Una deuda buena es aquella que se adquiere para invertir en un activo que, a largo plazo, genere un rendimiento mayor al costo de la deuda. Por ejemplo, una deuda para financiar la compra de una casa puede ser considerada como una deuda buena, ya que la propiedad puede apreciarse en valor con el tiempo y se convierte en un activo valioso que puede ser vendido en el futuro.
Por otro lado, una deuda mala es aquella que se adquiere para financiar gastos innecesarios o que no generan un retorno de inversión. Por ejemplo, una deuda para financiar unas vacaciones costosas o para comprar un automóvil de lujo puede considerarse como una deuda mala, ya que estos bienes pierden valor con el tiempo y no generan rendimientos financieros.
Además, la capacidad de pago de la persona que adquiere la deuda es un factor importante en la clasificación de la deuda. Si la persona tiene ingresos estables y suficientes para pagar la deuda en el plazo establecido, entonces se considera una deuda buena. Si la persona no tiene capacidad para pagar la deuda, entonces se considera una deuda mala.
En resumen, una deuda buena es aquella que se adquiere con un propósito bien definido, para invertir en un activo que genere rendimientos, y que la persona tiene capacidad de pago para cumplir con las obligaciones de la deuda. Mientras que una deuda mala es aquella que se adquiere sin un propósito claro y que la persona no tiene capacidad de pago para cumplir con las obligaciones de la deuda.